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Sobre las Elecciones Congresales 2020-2021

Somos una Alternativa de Construcción de Poder, no de Asalto del Mismo.

Publicado: 2019-11-02

Si la política es el arte de gobernar a los pueblos, eso implica, en primer lugar, que quienes aspiran a ella debieran saberse capaces de desarrollar dicho arte con sabiduría y eficacia (es decir, sin renunciar a principios ni dejar de entender que la política tiene que producir acciones y resultados concretos). En segundo lugar, saber que la búsqueda del poder político no es para vanagloriarse a sí mismos o a un pequeño grupo, sino para servir al bienestar de los pueblos.  

De cómo se valore el liderazgo o al grupo que produjo los cambios políticos, económicos, sociales, culturales o ecológicos para el bienestar de la gente, no se encargará uno mismo, de ello, se encargará la historia.

Y quienes crean que, obtenida una cuota de poder, esa es la finalidad de la participación político electoral, nunca debieran olvidar que son los pueblos organizados, es una ciudadanía activa las que son la fuente del poder que instituye o destituye, que otorga poder o lo quita. Cuando olvidamos ello, entonces se busca acceder al poder, sin que los medios importen, e incluso, tergiversando los fines mismos. El peligro y la deformación es que, el aspirante al poder, cuando accede a un cargo de delegación, cree que el poder es él mismo y termina haciendo uso abusivo y arbitrario del mismo o queriéndose perpetuar, a cualquier costo, en él.

Dicho esto, la política no debiera ser vista, entonces, como el campo de quienes disputan poder entre sí, al interior de una propia organización política, destrozándose entre ellos mismos. A menos que, dentro de esa organización, hayan decenas o cientos de miembros que se sientan, todos ellos capaces de dirigir su organización política, de ser gobierno, sin haberse preparado para ello ideológicamente, sin haberse entrenado con la disciplina que otorga una trayectoria de vida dedicada a las principales luchas populares o una militancia partidaria responsable que no es únicamente declarativa sino que se verifica en el caso cumplimiento de las obligaciones orgánicas e institucionales. ¡Qué cuestionable militancia la de quienes en periodos de elecciones invocan sus derechos y olvidan sus deberes!

No basta el discurso político, menos el de tiempos electorales, en los cuales muchos quieren ser candidatos a congresistas o presidentes. Es preciso verificar el discurso en el campo del ejercicio de la acción política sostenida en el tiempo. El pensamiento y el discurso político sólo puede ser acción política. La acción política no puede ser reducida a ser flor de un día o fruto del azahar. De otro modo, un día se dice defender una causa y al otro día se está en una organización política o en el ejercicio de un cargo político que afirma todo lo contrario; en una campaña electoral se está en un partido político que defiende la justicia y lucha contra la corrupción y, en la siguiente campaña electoral ya se está participando o aliándose con una organización política que sostiene todo lo contrario. La política, y la participación en los procesos electorales no pueden convertirse en el campo del cambio de trajes y colores obtenidos en la subasta del cierra puertas del súper mercado o del descuento de la tarjeta de compras.

Contra el desenfreno de ansias de poder que puede desatar la convocatoria a una elección política, hay que afirmar que por sí solo, el hecho de una disputa por acceder a nominaciones para cargos de representación política no es el campo de la construcción del poder, por el contrario, puede ser el campo de la destrucción del poder político acumulado con tanto esfuerzo y fruto, por cierto, de la acción colectiva.

El proceso de nominación y de elecciones al interior de una organización política no puede ser el campo de la disputa salvaje para el asalto del poder, es más, de un pequeño poder o de un poder que no es propio, sino delegado y encima delegado por un muy corto periodo de tiempo (elecciones congresales 2020-2021). La consigna no puede ser, en modo alguno: “Para que yo sea, mi compañero o compañera competidor debe ser aniquilado, por mí o por quienes me respaldan”. Un tal razonamiento, ni siquiera obedecería al campo de la micropolítica, sino sería la destrucción misma de la colectividad política a la que se dice pertenecer y querer afirmar y fortalecer. Un tal razonamiento es enemigo intrínseco de la propia acción política pues hace estallar por los aires el sentido de los objetivos políticos estratégicos de grupo, de colectividad; es más: desprecia y termina negando la necesidad de colaboración y el sentido de colectividad propia de una organización política de izquierda, cuya principal fuerza no se asienta en la acción individual egoísta y competitiva entre sus miembros, sino en su capacidad de acción colaborativa y solidaria. En el FA, rechazamos esa suerte de emprendedurismo político que el neoliberalismo económico quiere extender a la cultura política: “la candidatura es tuya”, “si ganas es tu éxito”, “la candidatura es una retribución a tu esfuerzo individual”.

Por sí haya quienes, olviden uno de los signos más claros de la actual crisis de los partidos: en política, cuando los hechos traicionan las palabras, se abre el camino hacia la la ilegitimidad y se compran los pasajes hacia el viaje de la propia destrucción. Luego no se busquen los responsables afuera. Para un partido diseñado para la lucha contra quienes cometen injusticias no solo existe la amenaza de la derrota política, sino de la propia autodestrucción política. No darse cuenta de ello es la verdadera traición a los principios que se proclaman defender.

Sin rodeos. Por si no se han dado cuenta quienes estarían dispuestos a competir electoralmente.

1. Los que ingresen ahora al Congreso, lo hacen a una institución que a la vista de la ciudadanía se halla demolida y que tendrá que ser reconstruida. No bastará la tarea de limpiar escombros, será necesario sentar las bases de un nuevo Congreso debatiendo la importancia de hacerlo en el marco de una Nueva Constitución. Para el corto periodo 2020-2021 se necesitan visionarios reconstructores. El discurso crítico y contestatario no bastará. Si en esta etapa hay quienes consideran que deben acceder al Congreso para la labor de “caja de resonancia” se equivocan. La derecha viene para restaurar y defender el espacio en que fue derrotada y, en gran parte, responsabiliza de ello al Frente Amplio.

2. No habrá lugar para experimentos o creer que la labor política inicia de cero. Los aspirantes a congresistas por el FA llegan a la valla alta que dejó su anterior bancada. Hay que dar continuidad a la agenda política estratégica y su expresión político legislativa que quedó instalada y deberá ser continuada sin perder cercanía y legitimidad con las luchas populares, principalmente contra la corrupción, las injusticias sociales y ambientales y las múltiples formas de opresión y discriminación de clase, género o aún racial.

3. Los congresistas que ingresen al Parlamento no tendrán ni un minuto de tregua: estarán juramentando en marzo o abril 2020, en el mismo lapso de tiempo en que el JNE estará ya convocando para las elecciones del 2021, las que sustituirán a los congresistas que recién están iniciando su labor. Con lo cual, queda también claro que, del desempeño político que tengan los congresistas del periodo 2020-2021, depende en gran parte que el FA pueda seguir siendo una opción política creíble para poder ser gobierno en el 2021. ¡Afanarse por ser congresista en 2020 carga sobre la conciencia y los hombros esta enorme responsabilidad! Habiéndose debatido y repetido esto, hasta el cansancio, en las diversas instancias orgánicas del FA y siendo esa la esperanza de los pueblos que nos confiaron llegar al Parlamento en el 2016, se trata de una responsabilidad mayor. El objetivo de ser congresistas para el periodo 2020-2021 trae también consigo el objetivo estratégico del FA de poder llegar a ser gobierno en el 2021, por lo que no tiene sentido aquellas actitudes que en las elecciones de enero del 2021 puedan enviar el mensaje de que “salvo las elecciones de enero 2021 todo es ilusión” y malgasten en este breve periodo, sus mejores energías y dañen sus humores y hasta sus relaciones interpersonales por una campaña tan corta que solo es la antesala de la campaña del 2021, en que habremos de disputar el objetivo político mayor de poder ser un buen gobierno para el periodo 2021-2026.

Es imperativo demandar a nuestros militantes que aspiran a ser candidatos o candidatas a la mayor responsabilidad, grandeza, compromiso, visión estratégica y para ello es preciso volver a las raíces de cuando nos constituimos en 2009 como una organización política que quería permanecer en la historia del país, este noble propósito es algo que, en estas horas y días, nadie que se precie de ser buen militante o aliado debiera olvidar, cómo escribí en el año que dimos origen a la construcción inicial de Tierra y Libertad: “las generaciones futuras tendrán que saber que hubo una generación que los precedió que se arriesgó a luchar para dejarles un Perú mejor”. No claudicar, no defraudar este propósito político constitutivo es hoy fundamental y está siendo puesto a prueba en la designación y en las elecciones internas que, en los próximos días tendremos para elegir a quienes aspiran a ser parte de la bancada congresal del pueblo. Que no pasen los improvisados, los que quieran asaltar el poder legislativo. Que pasen nuestros mejores militantes y también nuestros mejores aliados y aliadas, sabiendo que será una ciudadanía crítica la que finalmente decida si vale la pena apoyarlos o rechazarlos.

Fraternalmente,

Marco Arana Zegarra

Cajamarca, 01 de noviembre de 2019.


Escrito por

Marco Arana Zegarra

Cajamarquino, sociólogo. Ecopolítica y derechos humanos. Líder de Tierra y Libertad.


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